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LAURA CARNICERO

 

Portal de información generalista para la mujer

        Ellactual, un portal de información generalista para la mujer, es el trabajo resultante de la asignatura Proyecto de Comunicación Digital de 4º curso impartida por el profesor Juan Pablo Artero. Un proyecto grupal, como Bastardos, que recogió las inquietudes de las 10 chicas que formamos el equipo de trabajo. Pretendía ser un medio hecho por y para las mujeres, alejándose de sus competidores directos a través de un enfoque feminista, integrador, y de la puesta en valor de iniciativas llevadas a cabo por mujeres. El objetivo de este medio también era escapar de los tópicos y por eso iba dirigido a la mujer real, trabajadora, preocupada por ella misma y por su entorno.

       Actualmente el portal ya está cerrado, pero comparto aquí los textos con los que participé en este proyecto.

“El sector social tendría que estar blindado, sea cual sea el partido en el Gobierno” 

El perfil del cuidador de personas dependientes en España es una mujer (en el 83% de los casos), casada, con estudios primarios y sin ocupación remunerada, según recoge el Estudio Social número 28 de la Fundación La Caixa.

Con la entrada en vigor de la Ley de la Dependencia en 2006, la labor que desarrollan estas mujeres comenzó a considerarse un trabajo como tal a través de la cotización a la Seguridad Social. Pero ha habido cambios desde entonces. 

El pasado mes de agosto, quedaban reflejados en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) los recortes que el Gobierno de Aragón aplicaba tras el decreto del mes de julio por parte del Gobierno central. La tijera del Ejecutivo Autonómico cayó sobre los salarios de los cuidadores de dependientes: reducción de un 15% y eliminación de la cotización a la Seguridad Social, con lo que, como comenta Encarna Gómez, trabajadora social especializada en discapacidad intelectual en Zaragoza, “estamos volviendo a lo de antes: cuidadores hacen las mismas funciones, no se les paga ningún salario por su servicio y tampoco Seguridad Social.”

Aunque se preveía un nuevo régimen de cotización para cuidadores, actualmente, la única solución para quienes quieran cotizar a la Seguridad Social es pagársela ellos mismos. María Amaro, directora de la Fundación Benito Ardid de Zaragoza, destaca que esta situación merma todavía más la capacidad económica de los núcleos familiares, que además de ver “reducidos sus ingresos en un 15%, tienen que aumentar sus gastos para cotizar”.

Los cambios en esta Ley también han afectado a la valoración de los enfermos (con la eliminación de los niveles dentro de los grados de dependencia). 

Se han cambiado los baremos y, según explica la trabajadora social Encarna Gómez, “hay personas que antes podrían tener un grado 1, y que ahora no son calificadas como dependientes”.

 

ESPERA 

 

Además, el periodo de espera para la tramitación de las ayudas a los dependientes se ha aumentado de seis meses a dos años, por lo que, lamenta Gómez, “hay ayudas que llegan tarde. La gente las sigue solicitando, pero pasa tanto tiempo hasta que las conceden… que en muchos casos ahí se quedan, en lista de espera”.

 

A estas dificultades provocadas por la crisis económica se añade, en el caso de los discapacitados intelectuales, el hecho de que la ley no esté bien adaptada a sus necesidades. Reclaman que “se adapten los baremos y las pruebas al sector de la discapacidad intelectual, porque se han dirigido más al colectivo de la tercera Edad”, explica Amaro y añade que “las personas que se encuentran justo en el límite de la dependencia no son reconocidas como tal por esta ley, aunque tengan necesidades reales”.

 A este respecto, Gómez apunta que hay “personas que no necesitan en el día a día, por ejemplo, ayuda para caminar, pero sí a una persona que les diga lo que tienen que hacer en cada momento. Y personas en esta situación no han sido calificadas como dependientes.”

 

INDISPENSABLE

 

Ante esta realidad, la labor de las cuidadoras es, como siempre ha sido, indispensable. Y tras la reducción de su salario el pasado mes de agosto, Encarna Gómez sostiene que habrá quienes “hayan buscado su propia financiación, o mirar si podían compaginarlo con otro trabajo”.

 

La directora de la Fundación Benito Ardid recuerda que “las personas dependientes son dependientes con o sin ley de dependencia. La labor de los cuidadores se va a necesitar y es necesario que se siga amparando. Tenemos que avanzar, implicarnos y concienciarnos de que es necesario para tener una sociedad justa, en la que facilitemos la integración de todos. El sector social tendría que estar blindado, sea cual sea el partido en el Gobierno, tiene que haber un acuerdo de mínimos.”

Laponia

Esta región del norte de los países escandinavos guarda los secretos de la Navidad: el pueblo de Papá Noel, sus renos y las auroras boreales.

“Me enamoré de ese sitio. Es totalmente diferente a cualquier otro lugar que podamos conocer: mires donde mires verás un horizonte infinito cubierto de un metro de nieve impoluta y brillante, y su espíritu de eterna navidad llena de felicidad”. Así describe el paraíso helado que es Laponia Olga Gromadzka, estudiante Erasmus en Finlandia.

Esta región nórdica (que expande su territorio en Noruega, Finlandia, Suecia y Rusia) es el destino que nos envolverá de espíritu navideño, nos cautivará con su riqueza natural, la magia de fenómenos como el sol de medianoche o las auroras boreales y en el que siguen viviendo los únicos indígenas de Europa: el pueblo sami.

El exotismo del clima nórdico hace atractiva cualquier

visita a esta región, pero una cita ineludible es

Rovaniemi (Finlandia), el pueblo de Papá Noel. Para

Olga Gromadzka fue uno de los momentos más

entrañables, porque “vuelves a creer en la Navidad. Es

mágico ver que todos los niños del mundo crean en lo mismo.” En Rovaniemi, además de visitar la casa de Santa Claus, conocerle, y leer cartas de niños llegadas de todo el mundo,

se pueden dar paseos en trineo tirado por renos y por huskies

o recorrer los bosques en una moto de nieve (el paraje natural de Enontekiö y el Parque Natural de Pallas-Yllästunturi

ofrecen los paisajes más espectaculares).

A pesar de todos estos atractivos, Laponia es la séptima zona turística en Finlandia, de acuerdo con el Instituto de Estadísticas Finlandés. Anniina Korpela, periodista finlandesa, sostiene que el ministerio de Turismo debería mejorar la publicidad de esta región única en el planeta, porque “Finlandia es un país muy pequeño y potenciar este tipo de destinos que son interesantes a nivel internacional repercutiría positivamente en la economía de todo el país”. Y frente a las reticencias que pueda crear hoy en día el hecho de que Finlandia sea uno de los destinos más caros de Europa, recuerda que “Finlandia es el país más caro de la Unión Europea, pero el más barato de los países escandinavos”. Y le quita importancia al tema del dinero porque “quien viene a Laponia lo hace para disfrutar de la naturaleza y pasear por los bosques, hacer esquí de fondo o deslizarse con trineos por las colinas es gratis”. Aunque reconoce que las actividades más turísticas, como los paseos con renos o con huskies “son bastante caros porque van dirigidos específicamente al turismo”.

 

Olga Gromadzka coincide con Korpela en que son actividades que incrementan el presupuesto del viaje, pero no lo ve como un gasto sino como “una inversión, porque es un viaje del que nunca

te arrepentirás.”

Deben de ser muchos los que piensan como Olga, porque a pesar de la mala situación económica, España es el undécimo país del mundo que más visita Finlandia. Desde 2009, unos 120.000 españoles la visitan cada año, según la Encuesta de frontera en Finlandia de 2011.

Fuera de Finlandia, Laponia también ofrece paisajes abrumadores, como la ciudad de Tromsø, al norte de Noruega, segunda ciudad más habitada de Laponia y capital de la región noruega de Nord-Norge, con 66.000 habitantes.

Las auroras boreales envuelven a Tromsø en esa atmósfera     mágica que poseen los lugares del mundo tocados por                       fenómenos atmosféricos poco comunes. Aunque las                    auroras solo se ven por la noche, el Sol es el                             responsable de este fenómeno. Las explosiones                         solares expulsan nubes de partículas que al entrar                  por los polos magnéticos de la Tierra, interactúan                 con las capas más altas de la atmósfera produciendo estas luces brillantes de color verde. Disfrutar de un espectáculo como este no es tarea fácil, ya que si el cielo está nublado cualquier posibilidad de verlas se desvanece. Para asegurarse de verlas, hay que dirigirse al norte de Noruega entre finales de otoño y el comienzo de la primavera, y consultar la predicción de auroras boreales del Instituto Geofísico de Alaska.

El pueblo sami ha disfrutado de este espectáculo desde hace 11.000 años. Fueron los primeros pobladores de Laponia, y viven, como entonces, en paz con la naturaleza. Son una cultura que se ha sobrepuesto a las épocas en que fueron perseguidos y “que sigue viviendo con lo básico y sobreviviendo con lo más tradicional”, apunta Olga Gromadzka. Hay 100.000 sami en Laponia, de los cuales alrededor de 50.000 viven en Noruega. Celebran su día nacional el 6 de febrero y tienen un parlamento propio (Sámediggi). La Semana Santa es su fecha más especial, por lo que es el mejor momento para visitar Laponia y conocer esta cultura milenaria. 

Casa Emilio, una casa para todos

La Plataforma del Voluntariado de España destacó en su memoria anual de 2012 que el número de voluntarios había aumentado en un 20%, situándose ahora en más de 6 millones de personas.

 

 

 

Entre estos seis millones de personas, hay que contar las iniciativas solidarias que han surgido a nivel particular. 

Un ejemplo es el Restaurante Casa Emilio de Zaragoza, cuyo gerente, Emilio Lacambra, decidió dar 8 platos de comida a 8 personas todos los días. Desde junio, han pasado por su comedor más de treinta personas con esta iniciativa. “El año pasado, con la crisis y el aumento del paro le pregunté al párroco cómo estaba la situación en el barrio [El Portillo, en Zaragoza], y me dijo que el porcentaje de personas viviendo en el umbral de la pobreza había aumentado hasta el 20%”, explica Emilio Lacambra. Tras esta respuesta, decidió hacer un esfuerzo y a través de Cáritas Diocesana de Zaragoza, puso en marcha la iniciativa: “ponerles un plato copioso de comida, algo más de una ración normal, un postre y agua para beber. La delegada de Cáritas en el barrio me manda una relación de ocho personas cada dos o tres semanas, depende de la situación de los comensales. La gente viene aquí con un papel con el sello de Cáritas, para tenerlo todo controlado”.

 

Carmen Gil, coordinadora de Intervención Familiar en Cáritas Diocesana de Zaragoza, destaca de este proyecto “el seguimiento de los usuarios que realizan ambas partes, el restaurante Casa Emilio, y Cáritas del Barrio de El Portillo, para conocer en todo momento sus necesidades y saber el porqué de las ausencias, que se han dado en algún caso por problemas de salud o por encontrar un trabajo.”

Emilio Lacambra destaca la importancia de la colaboración con Cáritas, porque “son quienes conocen de verdad la realidad de las familias, y además, porque la pobreza que se está produciendo en España en estos momentos en una pobreza vergonzante. Lo que conseguimos con esto no es solo darles comida, sino manifestarles nuestra solidaridad”.

La selección de las ocho personas que asistirán a las cenas en Restaurante Casa Emilio durante un mes se hace “a través del programa de acogidas semanales de Cáritas, la valoración de las necesidades de cada persona y de la idoneidad de los recursos de los que disponemos, entre los que se cuenta este servicio de cenas solidarias”, apunta Carmen Gil. En general, el perfil de los comensales es el de “personas en paro, con pocos recursos económicos o trabajos precarios, en espera de recibir algún tipo de prestación social y no se excluye a ningún sector poblacional: niños, jóvenes y mayores”, añade la coordinadora de Intervención Familiar de Cáritas Zaragoza.

 

Emilio Lacambra decidió compartir su experiencia con el resto de miembros de HORECA, para intentar promover iniciativas similares. En respuesta, Cáritas Zaragoza ha recibido la llamada de nueve restaurantes- algunos, miembros de HORECA; otros, miembros de la Asociación de Bares; y otros, por libre- para participar en proyectos similares. Algunos de los restaurantes ya están trabajando con Cáritas, y otros proyectos tuvieron que desestimarse “porque no hacían hincapié en la idea más importante: dar un seguimiento, servir de acogida y normalizar la situación de los nuevos comensales”, explica Carmen Gil.

El propietario de Casa Emilio insiste en que este tipo de iniciativas tienen que servir como denuncia “porque es el Estado quien tiene que resolver este tema, aunque afortunadamente somos una sociedad solidaria capaz de dar respuesta ante la dejadez de las instituciones”.

Para Emilio Lacambra, los 300 o 350 euros que tiene que invertir al mes para mantener las cenas solidarias no le frenan, al contrario: “siempre digo que la solidaridad es buena para el que la recibe pero sobre todo para el que la practica, porque te hace estar contento contigo mismo”. Desde Cáritas destacan de este proyecto “la generosidad, la conciencia de las necesidades de su entorno y una actuación de manera integral, que incluye acompañamiento, implicación personal y compartir; no dar por dar.”

Ha retratado sus experiencias en Irán y Corea del Norte en dos novelas, El Chador azul y Cerrado 24 horas

Beatriz Pitarch (Zaragoza) es locutora de radio, fotógrafa, escritora... y todas sus facetas confluyen cuando recorre el mundo, afirma, en busca de la belleza de la diversidad. Un leitmotiv que la ha guiado a los lugares más recónditos del planeta y la convierte en un torrente de energía, optimismo y alegría.

 

PREGUNTA. Viajar, fotografiar, relatar… ¿siempre han ido en tu maleta?

RESPUESTA. Cuando empecé a viajar decidí aprender fotografía para plasmar lo que veía. El viaje de Irán fue tan impactante que no había fotos ni voces suficientes para describir la hospitalidad que había recibido. Le regalé a mi madre las notas que había escrito durante el viaje, me propuso llevarlo a las editoriales…y tuve suerte: Laertes quiso publicarlo.

 

P. Hoy en día, viajar es más accesible gracias a las aerolíneas de bajo coste, ¿cómo es tu manera de viajar?

R. Cada viaje es un mundo. Todo depende del destino y del plan: en hotel o de mochilera. Un viaje que no está organizado lleva más complicaciones pero a mí lo que me llena de verdad es el contacto con la gente. Lo consigo alejándome de las agencias; viajando como viajan ellos, durmiendo en sus poblados.

 

P. ¿Cuándo te diste cuenta de que esta forma de viajar te aportaba algo extra?

R. Cuando descubrí Hospitality Club y CouchSurfing , que son redes de hospitalidad donde yo abro las puertas de mi casa a viajeros y a cambio puedo entrar en casas de gente en todo el mundo. La primera vez que viajé así fue a Praga, y desde entonces no quiero viajar de otra forma.

P. El Chador azul cuenta tu viaje a Irán, ¿cómo fue vivir en un país marcado por el fanatismo religioso y en una cultura en la que la mujer siempre está sometida al hombre?

R. El viaje fue más cómodo precisamente por viajar con mi madre, porque hay mucha segregación por sexos y el hecho de que pudiéramos estar juntas nos ayudaba mucho. Los iraníes valoraban que estuviéramos allí porque eso significaba que habíamos vencido nuestros prejuicios. Para agradecérnoslo nos invitaban a cenar a sus casas. A partir de entonces decidí que tenía que empaparme de la belleza que hay en cada rincón.

 

P. Cerrado 24 horas es la novela que cuenta tu periplo en Corea del Norte, ¿cómo es un día de servidumbre al líder?

R. Todo lo que se hace allí es en honor al líder, Kim Il Sung. Él creó su modelo de gobierno inspirado en el comunismo de Stalin: “todos somos iguales, todo el mundo tiene derecho a dirigir el país…” pero la presidencia es un cargo hereditario. Por la mañana, hacen tres reverencias frente a una estatua de 25 metros del líder. Todos los textos hablan del Gran Líder… es como un dios.

 

P. ¿No hay disidencia?

R. La habrá, pero si el régimen se entera, te fusila a ti y a tu familia. Los poquísimos que han conseguido escapar cuentan que hay torturas y campos de concentración. La versión oficial del Gobierno es que son aulas de valores y reeducación. Pero si estás en Corea del Norte sin Internet ni teléfono y sin poder comunicarte con el resto del mundo; no tienes con qué comparar. A los viajeros nos confiscan y precintan el teléfono y siempre íbamos acompañados por dos personas del gobierno.

P. ¿Teníais la sensación de inacción por parte de la escena internacional?

R. Creo que la comunidad internacional sabe que tiene moverse con mucho cuidado, porque Corea del Norte no tiene ningún problema en matar. Dicen orgullosos que su ejército es de 22 millones de personas, porque son 22 millones de habitantes.

 

P. Tu última parada ha sido Laos, ¿qué ha sido lo que más te ha impactado?

R. Llegar a un poblado tan remoto que nunca habían visto una chica occidental. Los niños se echaron a llorar al verme. En un momento me quedé sola y veía a todos mirando desde su ventana y no sabía qué hacer para ganarme su confianza. Al día siguiente, cuando los niños y niñas ya no me tenían miedo, les hice alguna foto. Pero cuando se las enseñaba, no entendían que eran ellos los de la imagen…

 

P. ¿Qué te aporta a tu vida diaria esta forma de descubrir el mundo, de ir en busca de la belleza?

R. Hay veces que puedo entender la frase “muero de belleza”, y no te hablo de un monumento. Uno de los momentos bellos fue en esta aldea, y lloré de belleza. Una niña se acercó, se me quedó mirando y me puse a dibujarla. Tendría 5 años y llevaba a su hermanito a la espalda. Cuando terminé le enseñé el dibujo y le expliqué que era ella. Se acercó y me cogió la libreta y se fue corriendo. Volvió con la libreta pero sin esa hoja. Me pidió que la siguiera: había puesto el dibujo en el sitio donde ella dormía. Casi muero de belleza al saber que eso era lo más parecido a un retrato que tenía esta niña. 

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