NORUEGA,
un país
de inmigrantes









El 12,9% de la población noruega es inmigrante y más del 25 % de los ciudadanos de Oslo son inmigrantes de segunda o de tercera generación
No todos llegan en busca de trabajo. En 2010, más de 10.000 personas recibieron asilo por razones humanitarias, políticas o de guerra.
En los últimos años, el número de personas que llega a este frío país ha aumentado como consecuencia de la crisis económica y el pensamiento generalizado en el resto del mundo de que Noruega es un lugar en el que se consigue empleo bien remunerado fácilmente.
Sin embargo, el conocimiento del noruego o al menos del inglés es clave para conseguir un trabajo, y en los primeros meses, la situación suele tornarse precaria debido a los elevados precios en el alojamiento y la alimentación básica.
No todos los inmigrantes llegan a Noruega en busca de trabajo. En 2010, más de 10000 personas recibieron asilo en el país nórdico, bien por razones humanitarias, políticas o de guerra. Su situación es muy diferente a la de aquellos inmigrantes que llegan voluntariamente para buscar trabajo. Los refugiados reciben ayudas directas del gobierno y cuentan con el apoyo y supervisión de varias instituciones, pero el proceso burocrático por el que consiguen un trabajo puede alargarse desde tres meses hasta varios años.
Ser inmigrante en Noruega no es fácil. El frío, la necesidad de saber hablar noruego-o al menos inglés- y el elevado nivel de vida (Oslo es la ciudad más cara del mundo) dificultan mucho el día a día para quienes no tienen trabajo ni un lugar donde vivir. Pero quienes logren el objetivo disfrutarán de la gran recompensa: vivir en una sociedad del bienestar incomparable- por ejemplo, los universitarios reciben mensualmente una beca de 900 euros, de la que tendrán que devolver al Estado solo la mitad cuando consigan trabajo una vez terminados sus estudios- y cobrar un salario mínimo en trabajos no cualificados de 2.000 euros o de 4.000 euros para uno cualificado .
A comienzos del 2011 había más de 600.000 inmigrantes en Noruega (de los cuales 100.000 son inmigrantes de segunda o tercera generación), procedentes mayoritariamente de Asia (aproximadamente un 34 por ciento), África (más del 12 por ciento) y América Central y del Sur (3 por ciento).
La tasa de desempleo en Noruega apenas supera el 3 por ciento pero entre la población inmigrante es tres veces mayor (Statistics Norway).
La Norwegian Immigration Policy dicta que todos los inmigrantes deben tener acceso a un lugar donde vivir mientras esperan a que su solicitud de residencia y trabajo sea admitida o rechazada.


Este proceso lo coordina el Ministerio de Justicia y Policía (Ministry of Justice and Police), a través de distintas instituciones: Norwegian Directorate of Immigration6 (en la fotografía aparece la sede central), the Directorate of Integration and Diversity y The Norway’s Contact Committee for Immigrants and the Authorities. Estas instituciones deciden quién puede seguir en el país y quién no según el cumplimiento de una serie de requisitos, y son los encargados de tramitar las peticiones de asilo político, por razones humanitarias o de guerra.
El proceso de admisión al país es largo, sobre todo para aquellos que llegan voluntariamente porque no cuentan con las mismas ayudas que los refugiados.

Oslo es una ciudad de contrastes. En la parte oeste de la ciudad, desde la zona de Aker Brygge, se encuentran los comercios más caros, las viviendas más sofisticadas e incluso un puerto privado.
La zona central de la ciudad, con los barrios de Hammersborg y Grünerløkka, es en la que hay mayor mezcla entre noruegos e inmigrantes y en la zona este de la ciudad, sobre todo en los barrios de Grønland y Tøyen, es donde más asentada está la población inmigrante, con sus viviendas y comercios.

El primer trabajo para la mayoría de inmigrantes en Oslo está en el mercadillo de Grønland, donde venden artículos que han encontrado por la calle o que adquieren de segunda mano a muy bajo coste.
Cuando aprenden a hablar noruego o inglés pueden acceder a otro tipo de empleos y conservan esta venta ambulante como un segundo sueldo, totalmente necesario en Oslo, la ciudad más cara del mundo (CityMayors.com).
Este mercadillo abrió sus puertas en 2006 solo para la temporada de verano. Cada día es más popular. Ahora abre durante todo el año y se ha extendido hacia las calles colindantes.
Aquí se pueden encontrar todo tipo de artículos de segunda mano: ordenadores,
planchas, radios, muebles, cuadros, ropa, calzado… Una versión ampliada de los mercadillos en España, que atrae a cientos de oslenses y turistas cada sábado. Desde su creación se ha convertido además de en un centro de compras, en un punto de encuentro para muchos inmigrantes.


Desde el barrio de Grønland los inmigrantes abastecen a la ciudad de Oslo de verduras, frutas y especias.
En las tiendas de las calles colindantes al Grønland Flea Market se puede adquirir una gran variedad de productos frescos y de calidad -que no se encuentran en ningún otro lugar- y en general, por la mitad de precio que tienen en los supermercados más baratos de la ciudad.

Pedro (nombre para matener su anonimato) nació en Líbano y vive en Noruega desde hace veintiún años como refugiado político.
Salió de su país de origen con solo diecinueve, escapando de la justicia con un pasaporte falso.
Llegó a Chipre, donde pasó tres semanas, desde allí viajó en barco a Grecia (donde residió durante nueve meses) y después siguió su camino por varios países africanos hasta llegar a
Noruega a comienzos de los años 90.
Su experiencia es la de otros refugiados de todo el mundo que se han asentado en este país nórdico porque les ofrece una mejor calidad de vida (con derecho a sanidad pública y la certeza de que en el proceso de tramitación del asilo tendrán un techo bajo el que dormir).
En 2010, 16.600 personas vivieron en los distintos centros de recepción y espera de Noruega, a la espera de que culminara su proceso de admisión.
Este proceso comienza con la cumplimentación del permiso de asilo en la sede de la Policía noruega, después los inmigrantes son enviados a centros de espera hasta que responden a la entrevista del Norwegian Directorate of Immigration (UDI).
Tras la entrevista, los refugiados son trasladados a otro centro mientras esperan la respuesta del UDI y después tienen derecho a reclamar, en el caso de que se les haya denegado el asilo.
Mahmoud lamenta que el proceso sea tan largo y recuerda que un compañero suyo pasó veinte años en distintos centros de espera, porque el Gobierno consideraba que no cumplía los requisitos para ofrecerle un trabajo, pero tampoco podía repatriarlo.

Sin embargo, Mahmoud reconoce que la situación para aquellos inmigrantes que no vienen en calidad de refugiados es mucho peor. Estos inmigrantes no cuentan con el apoyo del gobierno y deben luchar por un trabajo sin el amparo de las instituciones. Hablar noruego o inglés, estar titulado y tener conocidos o familiares en la ciudad ayuda a encontrar un trabajo. Pero sin estos requisitos, la única salida para muchos inmigrantes en esta ciudad de precios desorbitados es la indigencia.
LAURA CARNICERO
REPORTAJES
